jueves, 6 de enero de 2011

Huellas.

Llegó el domingo 02 de enero. Originalmente habría llegado a las 2:22 p.m., pero como el tren que debía tomar estaba lleno, tuvo que agarrar otro; de esta forma llegó a Bari a las 9:35 p.m.  Mi mamá italiana y yo la estábamos esperando en el binario Noº5, llegadas de Milano y lugares de en medio.
Mi madre y yo estábamos en silencio, esperando a que el tren llegara. Era una noche fría, y afectaba a algunos. Habían dos hombres cantando a voz alta canciones típicas italianas. Puede que el alcohol  haya sido la verdadera razón de esto, pero nadie está seguro. A lo lejos vi una luz que se acercaba. Claro que era el tren. Pasó de frente a mis ojos y parecía nunca terminar, habían tantos vagones. Quizás fui un poco tonto al quedar impresionado, pero no es sorpresa viniendo de alguien con 0% de experiencia en trenes.
Cuando el tren se detuvo, se abrieron las puertas y la gente salió. Nos acercamos al vagón principal y vimos a la ragazza, Sofía.
Nos saludamos y nos fuimos. Bajamos las gradas de la estación para salir a Bari Centro, donde nos encontramos con el nonno. Regresamos a casa.


Le mostramos su cama. Luego nosotros nos dedicamos a hablar, pero no en un español cualquiera, sino, español tico. ¡Cómo lo extrañaba!
Al día siguiente, despertamos alrededor de la 1:30 p.m. (sí, efecto de las vacaciones sumado con las charlas en la madrugada que tuvimos). Almorzamos y fuimos a Bari. Ella desde que llegó, tenía la idea de comprarse un giubbotto, ya que el que tenía no era suyo, estaba roto, y lo peor: era feo. Cuando llegamos a Bari lo primero que hicimos fue comprar el ticket de regreso, ya que no queríamos que se repitiera la historia.
Quería enseñarle los lugares principales de Bari (posibles de ir caminando) antes de que llegaran mis amigos. Fuimos al Castello Svevo y lo apreciamos por fuera, aunque esto no fue suficiente, debíamos entrar. Fue una cosa que dejamos para el día siguiente. Ya que estábamos cerca, visitamos la iglesia de Bari Vecchia.
Nos devolvimos y fuimos a Piazza Ferrarese, aunque no la recorrimos muy a fondo. Vimos algunos negocios, pero ya era hora de encontarnos con mis amigos, entonces regresamos a Piazza Umberto, nuestro usual punto de reunión.

Éramos todos. Primero fuimos al correo, Solange debía enviar unas cartas a sus amigos en Suiza.
El resto de la noche fue una salida normal entre amigos. Eventualmente llegaron Anni, Tony y Joaquín (hay una historia divertida detrás de esto, pero la dejo en el recuerdo de los presentes).
Sofía se adecuó muy bien a los extranjeros de Bari, tanto así que hasta podríamos adoptarla; say goodbye to one of your people, AFS Piacenza.
A las nueve regresamos a Bitritto. En el bus ella me dijo que era posible llamar y enviar mensajes a teléfonos internacionalmente. Yo no tenía ni la más mínima idea, así que hice la prueba y en efecto, tenía razón. Le envié un mensaje a mi mamá y me respondió casi inmediatamente. 

La situación en mi casa no era completamente pacífica. Había tensión, pues el año nuevo trajó consigo desacuerdos. Aún así, Sofía tuvo una linda conección con mi mamá italiana, hablaron tanto. Surgió un cariño mutuo, tanto así que logró suavizar la situación.
La segunda noche estuvo llena de chiacchierate (habladas) y de nuevo nos dormimos bastante tarde. Si no mal recuerdo alrededor de las tres de la mañana.
Era ya 04 de enero, último día de Sofía para disfrutar Bari, así que la conocimos un poco más a fondo. Entramos al Castillo Svevo, el castillo de Bari. Pensábamos que podrían cobrarnos por entrar, pero tuvimos la suerte de que somos estudiantes menores de 18 años, así que entramos gratis. El castillo era nuevo hasta para mí. Tenía mi cámara en mi mano, lista para tomar fotos de todos los ángulos que me gustaran. Este castillo es realmente grande, aunque la parte de excibición era bastante pequeña. Igual, vale la pena.

Cuando salimos le dije que la llevaría a la Chiesa di San Nicola, creyendo que estaba en lungomare. En total caminamos más de tres kilómetros para al final descubrir que la Chiesa di San Nicola era justo al lado del Castello Svevo. Oups!
Quise llevarla a la iglesia de todas maneras, pero ella estaba demasiado cansada, entonces no la pudimos ver.
Regresamos a la casa a la misma hora, la noche fue igual a la anterior.

El cinco de enero nos despertamos temprano. Debíamos... despertarse temprano no es nunca una opción que se escoge por placer. Fuimos a la estación, ella con valija en mano. Su tren partía a las 11:13 a.m. Ella subió con diez minutos de anticipación para acomodarse bien. Mi mamá y yo estuvimos en silencio, las despedidas son terribles. El tren partió exactamente a la hora prevista. Saludándola con la mano nos despedimos a lo lejos. Cuando ya no había rastro del tren, nos dimos la vuelta y nos fuimos. Mi madre me tomó del brazo sonriendo y me dijo:
    "¿Y entonces?".
    "Entonces, todo bien."
La tensión había desaparecido, ya todo era como antes. Bueno, no del todo, todavía no había llegado Francesco, aunque su llegada no era lejana. Llegaba justamente un día después... hoy. Mi madre acaba de salir con el nonno, fueron a traerlo al aeropuerto. Pero ahora, todo es perfecto, todo es como debe ser.
Sofía vino por pocos días, pero su recuerdo quedó. Gracias por esos días, y estos que que vivo ahora, feliz. Vino y dejó su huella.

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